PARA SANAR LA TIERRA


 

Cuando sufrimos, padecemos, estamos luchados y no sabemos cómo salir de el valle de la oscuridad, debemos  revisar nuestra vida interior. En otras palabras, si nos enfocamos en hacer la voluntad de Dios en nuestro corazón, la consecuencia será una vida de paz con Dios y de victoria

Muchas veces estamos instalados infinitamente en la aflicción porque no nos ponemos en regla con Dios, luchamos con nuestras propias fuerzas y nos desgastamos. Viva en amistad con Dios y le irá bien!

2º Crónicas 7:14 nos enseña cuatro cosas que debemos hacer para recuperar la sanidad en nuestra tierra, vida, familia y en todas nuestras cosas:

1-HUMILLARNOS: Dios ama a los humildes y rechaza a los soberbios. La humildad, es una actitud del corazón, que nos hace entender que dependemos de Dios de su gracia y misericordia. La humildad se refleja no en la ropa, en la casa, sino en el trato para con Dios y nuestros semejantes.  Jesús enseño en la parábola del Fariseo y el Publicano cual debe ser nuestra actitud, la de reconocer que somos pecadores y que no estamos en posición de reclamar nada. Humillarse significa someterse a la voluntad de Dios, aceptando su voluntad y dejando de lado toda altivez y reclamo hacia el creador. No podemos exigirle nada al Señor, el ya lo dio todo por nosotros. El que se humilla será promovido!

2-ORAR: El remedio, la cura para nuestra aflicción es la oración. Todo lo que queramos recibir debemos pedírselo a Dios en oración. Clama a mí y yo te responderé! Dijo Jehová.  Hoy nos expresamos más por las redes sociales que de rodillas, de allí la falta de victoria espiritual. Las más grandes victorias se libraron de rodillas. Recuperemos el sano hábito de llevar nuestras cargas a Dios en oración; ore cuando llegue a la iglesia, ore en su casa, ore mientras viaja, ore al levantarse y al acostarse y su Padre que le oye y le ve en lo secreto le recompensara en público.

3-BUSCAR EL ROSTRO DE DIOS: Nos pasamos la vida buscando la mano de Dios “Dame” “Bendecime” “sáname”. Dios está esperando que tengamos una relación de amor con el,  donde contemplemos su rostro, sus ojos, donde volvamos al primer amor. Enamorese de Dios por lo que el es y no tan solo por lo que él le pueda dar. Anhele estar siempre en su presencia, como María de Betania, escoja la buena parte, es decir sentarse, escucharle y contemplarle.

4-CONVERTIRNOS: Una cosa es salvación y otra conversión. Salvación es un acto de fe, conversión es un proceso. Hay cristianos salvos pero no convertidos, porque aun no han abandonado la vieja vida. Convertirse es dar un giro de 180º en el comportamiento, forma de pensar, hábitos y carácter. Convertirse es dejar la vieja manera de vivir para transitar la vida nueva.  La salvación es gratuita, es por fe, la conversión cuesta, tiene un costo y es el de morir todos los días a uno mismo.

“…entonces yo oiré desde los cielos, y perdonare sus pecados y sanare su tierra.”

Este “Entonces” se refiere a todo lo que vimos con anterioridad. La consecuencia de humillarse, orar, buscar el rostro de Dios y convertirse es que Dios oirá, abrirá los cielos, perdonara, sanara, restaurara, prosperara! Grandes son los beneficios de caminar en su voluntad. Empiece hoy mismo! sufrimos, padecemos, estamos luchados y no sabemos cómo salir de el valle de la oscuridad, debemos  revisar nuestra vida interior. En otras palabras, si nos enfocamos en hacer la voluntad de Dios en nuestro corazón, la consecuencia será una vida de paz con Dios y de victoria

Muchas veces estamos instalados infinitamente en la aflicción porque no nos ponemos en regla con Dios, luchamos con nuestras propias fuerzas y nos desgastamos. Viva en amistad con Dios y le irá bien!

2º Crónicas 7:14 nos enseña cuatro cosas que debemos hacer para recuperar la sanidad en nuestra tierra, vida, familia y en todas nuestras cosas:

1-HUMILLARNOS: Dios ama a los humildes y rechaza a los soberbios. La humildad, es una actitud del corazón, que nos hace entender que dependemos de Dios de su gracia y misericordia. La humildad se refleja no en la ropa, en la casa, sino en el trato para con Dios y nuestros semejantes.  Jesús enseño en la parábola del Fariseo y el Publicano cual debe ser nuestra actitud, la de reconocer que somos pecadores y que no estamos en posición de reclamar nada. Humillarse significa someterse a la voluntad de Dios, aceptando su voluntad y dejando de lado toda altivez y reclamo hacia el creador. No podemos exigirle nada al Señor, el ya lo dio todo por nosotros. El que se humilla será promovido!

2-ORAR: El remedio, la cura para nuestra aflicción es la oración. Todo lo que queramos recibir debemos pedírselo a Dios en oración. Clama a mí y yo te responderé! Dijo Jehová.  Hoy nos expresamos más por las redes sociales que de rodillas, de allí la falta de victoria espiritual. Las más grandes victorias se libraron de rodillas. Recuperemos el sano hábito de llevar nuestras cargas a Dios en oración; ore cuando llegue a la iglesia, ore en su casa, ore mientras viaja, ore al levantarse y al acostarse y su Padre que le oye y le ve en lo secreto le recompensara en público.

3-BUSCAR EL ROSTRO DE DIOS: Nos pasamos la vida buscando la mano de Dios “Dame” “Bendecime” “sáname”. Dios está esperando que tengamos una relación de amor con el,  donde contemplemos su rostro, sus ojos, donde volvamos al primer amor. Enamorese de Dios por lo que el es y no tan solo por lo que él le pueda dar. Anhele estar siempre en su presencia, como María de Betania, escoja la buena parte, es decir sentarse, escucharle y contemplarle.

4-CONVERTIRNOS: Una cosa es salvación y otra conversión. Salvación es un acto de fe, conversión es un proceso. Hay cristianos salvos pero no convertidos, porque aun no han abandonado la vieja vida. Convertirse es dar un giro de 180º en el comportamiento, forma de pensar, hábitos y carácter. Convertirse es dejar la vieja manera de vivir para transitar la vida nueva.  La salvación es gratuita, es por fe, la conversión cuesta, tiene un costo y es el de morir todos los días a uno mismo.

“…entonces yo oiré desde los cielos, y perdonare sus pecados y sanare su tierra.”

Este “Entonces” se refiere a todo lo que vimos con anterioridad. La consecuencia de humillarse, orar, buscar el rostro de Dios y convertirse es que Dios oirá, abrirá los cielos, perdonara, sanara, restaurara, prosperara! Grandes son los beneficios de caminar en su voluntad. Empiece hoy mismo!

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