ESPECIAL TESORO


 

Permítanme contarles una historia. Un joven que se sentía desvalorizado, despreciado, acudió a su maestro y le dijo: Maestro vengo a usted porque me siento poca cosa, sin fuerzas, me dicen que no sirvo, que nada me sale bien, que soy torpe, ya nadie me tiene en cuenta ¿Qué puedo hacer para que me valoren más? El maestro sin levantar la vista, le dijo: “Cuanto lo siento muchacho!, pero no puedo ayudarte ahora, debo resolver primero mi problema, quizá después…y si tu quisieras ayudarme podría intentar ayudarte” Bueno, dijo tímidamente el muchacho sintiéndose nuevamente desvalorizado. Bien asintió el maestro, se quito el anillo que llevaba en su mano se lo dio al joven y le dijo: “toma el caballo que está allí afuera y vete hasta el mercado del pueblo, necesito que vendas este anillo, pues tengo que pagar una deuda, pero no aceptes por el menos de una moneda de oro, ve y regresa rápidamente con esa moneda de oro” El joven tomo el anillo y partió. Al llegar al mercado comenzó a ofrecer el anillo a los puesteros, algunos lo rechazaron, otros mostraban algo de interés pero cuando el joven les decía lo que pretendía por él, se le reían en la cara. Así estuvo toda la mañana, hablo con decenas de personas y nada, solo un puestero tuvo la amabilidad de explicarle que lo mas que podía darle por el anillo era una moneda de plata, pero el joven recordó las instrucciones de su maestro y decidió emprender el camino de regreso, frustrado por no haber podido cumplir con lo que este le pidió. Cuando llego, entro a la habitación y le dijo “Maestro cuanto lo siento, no pude conseguir lo que me pediste! Si tan solo pudiera aunque sea conseguir dos o tres monedas de plata por el…pero no creo que pueda engañar a nadie respecto a su valor real”.  “Que importante lo que dijiste” replico el maestro, eso es lo que debemos hacer! Conocer su valor real, vuelve al pueblo a ver al joyero, quien mejor que él para que nos diga su precio! Dile que queremos venderlo pero no importa lo que te ofrezca, no se lo vendas y vuelve aquí con el anillo. El joven volvió a cabalgar, se encontró con el joyero y este detrás de examinarlo con cuidado le dijo “dile a tu maestro que si necesita venderlo ya no puedo darle más que 58 monedas de oro. 58 monedas de oro exclamo el joven!!! Si replico el joyero, con el tiempo podríamos obtener 70 monedas de oro, pero, si la venta es urgente… el joven volvió a toda prisa a contarle lo sucedido a su maestro, este después de escucharlo le dijo: “Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor? Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en su dedo.

Dios dice que tú eres “su especial tesoro”, eres tan especial y te ama tanto que envió a su Hijo unigénito a morir en la cruz,  para pagar el precio de tu redención.

Al igual que el joven de nuestra historia muchas veces nos sentimos menospreciados, acomplejados, inferiores, llegamos a pensar que no le importamos a nadie, que nuestra vida no tiene valor. Quizá tu identidad se encuentre dañada porque de niño fuiste abandonado, no querido, pasaste por carencias materiales y afectivas, fuiste desconsiderado, tu opinión nunca fue valorada, sufriste rechazo, descalificaciones y palabras hirientes. Creciste con ese dolor en tu corazón y aun de grande nadie creyó en ti, no tuviste las mismas oportunidades que los demás, las puertas se te cerraron una tras otra, y cada frustración fue haciendo crecer ese complejo de inferioridad, pero hoy Dios te dice “que haces mendigando amor y reconocimiento?, que haces buscando llamar la atención? Porque estas tan pendiente de la opinión de la gente? Acaso no te basta mi amor? Acaso no te he dicho ya que tu eres mi especial tesoro? Di mi vida por ti y lo volvería a hacer porque te amo!

Los árabes y palestinos cuando viajaban en caravanas guardaban sus tesoros en cofres, los cuales cuidaban mucho. Sin embargo de sus piezas o joyas, seleccionaban la que tenía más valor y la guardaban no en un cofre, sino en el centro de su pecho, a veces pendiendo de una cadena. Ellos llamaban a esa joya única y valiosa “su especial tesoro”. El guardarlo dentro de su pecho, no era sólo una manera de representar el gran valor que dicha joya tenía, sino que indicaba que, para arrebatarla de su dueño debía primero vencerle o matarle. Es decir, protegían la joya con su propia vida.

 

Tu eres esa joya que estas en el corazón de Dios, nadie podrá separarte de su amor. Eres especial!


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