NO LLORES


 

Era domingo de madrugada, todavía estaba oscuro cuando María Magdalena, va triste y cargada de lágrimas al sepulcro a ver a quien tanto amo. Todavía no podía olvidar aquellas escenas crueles que vio  estando a los pies de la cruz, cada clavo que horadaba las manos y pies de Jesús, cada espina que agujereaba su sien, la lanza del soldado romano que traspasaba su costado, también traspasaba su propia alma, pero ella se mantuvo allí, a los pies de Jesús. Mientras el resto de los discípulos se escandalizaron y huyeron, ella permaneció a los pies de la cruz.  Es que quien verdaderamente ama, siempre esta, en las buenas y en las malas. Y como no habría de amar al Señor, si él le cambio la vida cuando ella era una mujer perdida, sin rumbo, sin futuro, hundida en la prostitución, los hombres querían lo que ella tenía pero no lo que ella era, como no iba a amar a Jesús, si cuando lo conoció fue libre de esos 7 espíritus inmundos que le atormentaron por años, como no iba a amar a Jesús, si encontró en él un lugar, un amigo, pero sobre todo al verdadero amor.  Por eso ni bien termino el día de reposo, corrió para estar con su Jesús de amor, aunque tan solo fuese para verle por última vez en la tumba, ella quería tocarle, volver a ungir sus pies con sus lágrimas.

Cuando llega a la tumba, desde la puerta ve que Jesús no está y dentro dos ángeles que le preguntan ¿Por qué lloras? Ella responde, porque se han llevado a mi Señor…

Hay momentos en nuestra vida, en que el dolor es tan insoportable, que no nos permite razonar con claridad, ver con claridad, estamos tan cargados de lagrimas y tristeza que nada nos consuela, ni siquiera los ángeles o mensajeros del Señor, nos puede hablar el pastor, el profeta, un hermano de fe, la palabra, pero nuestra alma esta tan enfocada en la tristeza que no podemos ver las señales de que una bendición se está gestando. En momentos de dolor se nos olvidan las promesas de Jesús, simplemente entramos en pánico, en desesperación. Jesús estaba allí cerca de ella, pero ella no lo había notado, porque cuando hay dolor dejamos de sentir la presencia del Señor y aunque el siempre está a nuestro lado, nuestras lagrimas, nuestra confusión bloquean nuestra fe, y dejamos de ver con los ojos de la fe, para ver de forma natural y trágica.

Ella sentía que lo había perdido todo, que no había esperanza, pero Jesús repite la pregunta de los ángeles, ¿Por qué lloras?...

Hoy el Señor te pregunta ¿Por qué lloras? Tu dirás: “porque me siento triste, porque perdí la presencia de Dios, porque perdí los sueños, perdí lo que amaba, perdí lo que me hacia feliz”. El Señor hoy se manifiesta a tu vida y te dice: No llores! Yo estoy aquí, para cumplir mis promesas, yo estoy aquí para enjugar tus lagrimas, yo estoy aquí, para darte paz, yo estoy aquí, al lado tuyo como lo he prometido!

Hoy el Señor pronuncia tu nombre, porque él te conoce! Te llama por tu nombre y te dice no llores, todo va a estar bien, yo vencí! Y mi victoria es tu victoria.

Es tiempo, que al igual que María Magdalena, corras a contarles a todos que has visto y oído al Señor. Dile al mundo que él vive!


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