TIENE SENTIDO PARA MI


 

Una vieja historia cuenta que un anciano acostumbraba recorrer la orilla de la playa muy temprano cada mañana. Caminaba largas distancias, aunque con frecuencia se agachaba, parecía recoger algo de la arena y luego lo lanzaba al mar.

Cierto día un joven decidió seguirlo. En varias ocasiones lo había observado realizar esta extraña tarea hasta que desaparecía en la distancia. ¿Qué recogía? ¿Y por qué lo devolvía al mar? La única manera de saberlo era siguiéndolo. Y lo hizo. Cuando pudo darle alcance, su sorpresa fue grande cuando vio que se trataba de muchas estrellas de mar.

—¿Por qué hace usted eso? —preguntó el joven, curioso.

— Es la única manera de salvarles la vida —contestó el anciano—. Si permanecen en la orilla por mucho tiempo, mueren deshidratadas.

— ¡Pero son muchas! ¿Qué sentido tiene lo que está haciendo?

Mientras mostraba al joven la estrella que acababa de recoger, el anciano respondió:

— Tiene sentido para ella.

Entonces el anciano lanzó la estrellita de regreso al mar.

Si hubiera sido capaz de hablar, esto es lo que la estrellita de mar le habría dicho al joven: «¡Tiene sentido para mi».

Usted no pude hacer todo, pero puede hacer algo, no puede llegar a todos pero puede transformar a uno y como dice el Talmud “Quien salva a una vida,  salva al mundo”

 


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