COMPLEJO DE GEDEON


 

La vida está llena de retos que exigen de audacia, de coraje, de determinación y no me refiero solamente a grandes emprendimientos, sino a esas decisiones quizá más cotidianas como ser: cambiar de empleo, empezar algo nuevo, encarar una relación, asumir un compromiso en la iglesia, iniciar una carrera de estudio sin importar la edad, mudarse, poner fin a ciertas relaciones toxicas, emprender un negocio, etc. Todo esto que para algunos asoma como algo simple o natural, a otros les significa una misión casi imposible. Tienen el deseo, quisieran lograr más, hacer de su vida algo relevante, pero algo los frena y los tira para atrás, es como una fuerza oculta que los detiene. Cada vez que quieren mover alguna pieza en el tablero de ajedrez de sus vidas, afloran los miedos, las inseguridades, los recuerdos de batallas perdidas que generaron dolor y frustración, aparecen los pensamientos negativos dominantes: “No voy a poder” “Esto no es para mí” “no tengo capacidad” “a mi todo me sale mal” “que va a decir mi familia”. Este complejo de inferioridad, esta estima dañada, es la responsable de que no estés disfrutando hoy de aquello que anhelas, que no estés parado donde quisieras estar. No es la circunstancia, no es que no tienes capacidad, es que la falta de confianza y de valoración ha actuado como un gran contrapeso en tu vida hasta hoy, alejándote de lo que amas.

Pero tengo una buena noticia para ti: Dios te va a sacar de la cueva y te va a ungir para hacer cosas imposibles, para lograr lo que nunca imaginaste!

Cuando Dios visito a Gedeón, este estaba viviendo en una cueva. La cueva representa tu encierro, tu depresión, tu falta de confianza, tu baja autoestima, tus miedos.  El Ángel de Jehová lo saluda y le suelta una palabra: “Varón esforzado y valiente”. Gedeón mira para atrás como buscando si había alguien más allí a quien el ángel pudiera referirse. Es que él no tenía ese concepto de sí mismo, entonces le costó creerlo.

Hay tres tipos de opiniones o conceptos a las que estamos expuestos todos los días:

1-La opinión de los demás: Vos tenes que saber que siempre habrá gente que te va a descalificar. De Jesús dijeron: “El hijo del carpintero”, a David le dijeron “con quien dejaste las pocas ovejas”,  de Nehemías  decían: “lo que este construye aun las zorras lo van a derribar”. Hay personas que son descalificadoras, heridoras profesionales. Hay gente que te la manda el enemigo para criticarte, para burlarse de ti, para acomplejarte para infundirte miedo e inseguridad. Pero Dios te quiere bendecir y para eso me puso hoy aquí, para decirte “varón esforzado y valiente” “Mujer guerrera y valiente”. A las opiniones de los demás las tenes que tomar con pinza porque están llenas de subjetividad. Ellos no conocen tu corazón, tus luchas. No dejes que la opinión de la gente te mueva de tu fe!

2-La opinión que tenemos de nosotros mismos: Es lo que llamamos dialogo interno, como nos tratamos. Algunos son muy narcisistas y otros muy crueles: “No puedo” “no sirvo” “soy muy pobre” “hay mejores que yo”. Esta era la voz predominante en Gedeón. El se había convencido de su inferioridad. Sus pensamientos se habían convertido en emociones negativas y en resignación.

3-Y lo que Dios dice que somos: Dios no mira solo lo que está delante de los ojos, Dios mira el corazón. Además el ya conoce nuestro futuro y como estuvo en ese futuro es que te llama por lo que vas a ser “esforzado, valiente, ganador, victorioso!”. Esta es la voz que usted y yo debemos escuchar, atesorar y creer, la voz de Dios. El no se equivoca!

A Gedeón le costaba creer que él podía haber sido elegido, y nada más ni nada menos que por el mismísimo Dios, para encarar algo grande. Es que Dios escoge gente común y corriente llena de defectos y debilidades para hacer cosas extraordinarias (Gedeón, Jefte, David, Devora, etc.) Nuestro problema es que creemos que hay gente especial y nosotros, los de abajo, los relegados. No es por tus virtudes o capacidades que Dios te elige sino por tu entrega y disposición a obedecer. Dios sabía que podía contar con Gedeón y que este se atrevería a creerle y obedecerle y lo demostró cuando destruyó los altares de Baal y Asera y construyo Altar a Jehová. Si tu le dices: “Señor puedes contar conmigo, estoy dispuesto a obedecerte” Dios hará contigo y a través de ti cosas relevantes!

No le basto a Gedeón, la aparición del Ángel de Jehová, no le bastaron las palabras de estimulo y confianza, Gedeón pidió señales, Sabes porque? Porque era inseguro. Gedeón tenía un complejo de inferioridad y una de las formas en que se manifiesta este complejo es a través de la inseguridad. Hay gente como Gedeón muy insegura a la hora de tomar decisiones y se la pasan “desojando la margarita”. Otros buscan la aprobación y validación permanente de los demás, o por miedo al “qué dirán” no deciden.

Cuáles son las características de un complejo de inferioridad?

Inseguridad, miedos, falta de auto aceptación, falta de confianza en sí mismo, pensamientos y emociones negativas recurrentes, compararte con los demás, etc.

El complejo de Inferioridad a menudo se arrastra desde la niñez ya sea por haber recibido menos que tus hermanos, o por no haber recibido estímulos positivos de los padres y allegados. Pero están también los que sufren de este complejo por algún rasgo físico (gordo, petizo, flaco, etc.) y aquellos que en su pasado más inmediato han sufrido desilusiones y frustraciones. Alguna de estas circunstancias o la sumatoria de ellas llevan a muchos a vivir en una cueva emocional, sobreviviendo mas no disfrutando la vida.

Muchos de los complejos de inferioridad se ven acentuados por esta época de exitismo que muestra en el internet todo lo lindo y oculta todo lo débil o feo. Quienes ya tienen su estima dañada, ven, se comparan y se hunden aun más en sus complejos.

Hoy Dios te trajo aquí para sacarte de tu cueva, sanar tu estima y llenarte de fe y coraje. Dios cree en ti y por eso al igual que Gedeón te ha dado una misión en esta vida. No será fácil, pero con Dios no será imposible. No importa de qué familia provienes, o donde vives, o cuanto tengas. Dios se vale de gente común para hacer cosas extraordinarias. Solo tienes que creer y obedecer!

 

 


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