EL TABERNACULO DE DAVID

 




Hechos 15:16-18.
“Después de esto volveré y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y repararé sus ruinas, y lo volveré a levantar, para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre,” dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos.”


Me llama poderosamente la atención que la profecía a la cual alude el libro de Hechos de los apóstoles menciona que Dios ha de restaurar el “Tabernáculo de David”. No dice el tabernáculo de Moisés que era mucho más sofisticado y litúrgico, tampoco dice restaurare el Templo de Salomón, que fue tan majestuoso y amado por todos los Israelitas, sino que su interés está en restaurar el Tabernáculo de David. Este tabernáculo fue una simple carpa sin velos, sin altares, lo único que contenía era el Arca de la Alianza que con tanta alegría David había repatriado a Jerusalén. Quizá esto lo hacía tan especial y singular, que la presencia de Dios, tipificada a través del Arca estaba en medio de su pueblo y este podía adorar alrededor de ella todos los días con devoción.

El Tabernáculo de David nos habla de la simpleza y libertad para entrar a la presencia de Dios, sin ritualismos, ni religiosidad, sin velos. Nos habla de la presencia de Dios en medio de su pueblo sin obstáculos.

Esto es justamente lo que Dios restauro a través de la obra de Cristo, su Presencia en medio de su pueblo, sin impedimentos, ni objeciones.

David era un obsesionado de la presencia de Dios. No había nada mas importante para el que la presencia de Dios y su manifestación. El estaba dispuesto a todo con tal de agradar a Dios, esto lo llevo a pagar el precio por instalar el arca del Señor en medio del pueblo de Dios.

La unción, la presencia, la manifestación de Dios tiene un precio:

-Sacrificio, entrega, pasión, dar lo mejor de nosotros. Fue el propio David y los líderes quienes fueron a buscar y traer el arca. David le hizo una habitación. 16 km separaban desde la casa de Obed Edom hasta Jerusalén.

-Obediencia: Estar dispuestos a corregir lo deficiente, lo que está mal. No se podía llevar el arca con bueyes sino a través de levitas. David aprendió la lección y Dios le dio una nueva oportunidad.

-Honra: Dios va a donde se lo invita pero se queda donde se lo honra. David ofreció sacrificios. La preparación, los detalles, la excelencia.

-La unción la presencia es para aquellos que adoran con fervor. David cantaba y danzaba con todas sus fuerzas, con devoción.

Si al igual que David pagamos el precio y honramos su presencia, el hara de nuestro corazón su morada, su tabernáculo para siempre.

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