EL PRIMER PECADO SOBRE LA TIERRA

 





Cuál fue el primer pecado sobre la tierra? La desobediencia a Dios.


Donde tuvo lugar? En un lugar bellísimo llamado el huerto del Edén.


Quienes cometieron este primer pecado? Adán y Eva, la primera pareja humana, representantes de todos nosotros.


En qué consistió su desobediencia? Dios le dio la instrucción de que podían alimentarse de todo fruto del huerto pero del árbol que estaba en medio de él no debían comer. Esta instrucción de Dios iba dirigida a protegerlos a fin de que ellos pudieran conservar todos los beneficios con los cuales habían sido creados, entre ellos: Inmortalidad, salud, bienestar, paz total, comunión perfecta con Dios, pureza espiritual. Todo eso se perdió cuando ellos desobedecieron a Dios tomando y comiendo del fruto prohibido. La pérdida fue grande!


La consecuencia de la desobediencia:

-Perdieron el paraíso

-Dejaron de gozar de inmortalidad (envejecieron y murieron)

-Perdieron la salud perfecta

-Perdieron la paz espiritual

-Perdieron su plena comunión con Dios


Todos nosotros cargamos con ese pecado original:

Como cuando un hijo hereda un defecto genético de sus padres. Por eso nacemos con la tendencia a hacer lo malo y somos inclinados al mal y a desobedecer a Dios, porque ese pecado, esa herencia vive en nosotros.


Cómo podemos librarnos de las consecuencias del pecado original?

Jesús murió “como sacrificio de reconciliación por nuestros pecados” (
1 Juan 4:10). El sacrificio de Jesús permite que nos libremos de las consecuencias del pecado, que heredamos y recuperemos lo que Adán y Eva perdieron: la posibilidad de vivir para siempre con una salud perfecta (Juan 3:16). Si aceptamos a Jesús como nuestro salvador, él perdona nuestros pecados y nos redime de las consecuencias del pecado y la condenación eterna. Esto va a tener cumplimiento total y efectivo cuando Jesús nos venga a buscar.


Mientras tanto debemos luchar contra el pecado y la naturaleza pecaminosa que vive dentro nuestro. En esta batalla no estamos solos sino que contamos con la ayuda del Espíritu Santo quien nos da las fuerzas para hacer la voluntad de Dios. Debemos elegir hacer la voluntad de Dios cada día, aunque nos cueste, aunque ello vaya contra nuestra propia voluntad. Nuestra “carne” no quiere hacer la voluntad de Dios, no quiere obedecer, sino que quiere hacer lo más fácil y placentero. Esta es nuestra lucha de todos los días! Por eso debemos morir a nuestra voluntad a fin de agradar a Dios. Esta es la clave de nuestra victoria. Ya sabemos que la desobediencia trae consecuencias negativas, entonces, obedezcamos a Dios! Sus mandamientos son siempre para nuestro bien! Su voluntad es siempre buena, agradable y perfecta!

San Pablo dijo: “No hago el bien que quiero sino el mal que no quiero eso hago” (Romanos 7:19). Esto es exactamente lo que nos pasa a todos nosotros. Es la lucha entre “la carne y el espíritu”. Por eso como en el Padre nuestro debemos siempre orar para que se haga la voluntad de Dios, pero también debemos ser obedientes en cumplir su voluntad.


Tú eliges! Obediencia o desobediencia? Maldición o bendición? Nadie te obliga, ni siquiera Dios, pero de tu decisión depende la calidad de tu vida presente y tu salvación. Hacer la voluntad de Dios trae paz y felicidad a tu corazón.

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