PUEDE UN PASTOR MILITAR EN POLITICA?

 



PUEDE UN PASTOR MILITAR EN POLÍTICA?

Todo hombre que ha sido llamado verdaderamente por Dios a predicar Su Palabra, no puede involucrarse en la política o ser miembro activo de algún partido político. El mandato de Cristo hacia el pastor es el de formar discípulos y esto exige dedicación completa (Mateo 28:18-20). Su única responsabilidad es la de gobernar no la casa de gobierno, sino la iglesia de Cristo. Alguien que dice ser pastor y al mismo tiempo quiere ser político, está claro que evitará proclamar toda la verdad de Dios, de lo contrario tendrá graves problemas con su partido político. Jesús fue claro cuando dijo: “Nadie puede servir a dos señores” (San Mateo 6:24) esto se aplica claramente a aquellos pastores que dividen su corazón y su tiempo entre la obra de Dios y la obra política, la pregunta es: ¿A quién amará más? A quien le dedicara más tiempo?. A su vez el apóstol Pablo es muy directo en su consejo hacia Timoteo cuando le dice: “Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida; á fin de agradar á aquel que lo tomó por soldado.” (2 Timoteo 2:4). Esto me recuerda al jovencito Jesús que a sus doce años de edad le respondió a sus padres: “No sabéis que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” (San Lucas 2:49). Cuál es el “negocio” del Padre al que se refiere Jesús? Sin lugar a dudas, las almas, no la política partidaria. No se entiende, a mi juicio, que haya pastores evangélicos pidiendo públicamente el voto para un determinado partido político, No se puede tomar en serio a una iglesia que asume posiciones políticas, que se convierte en un bunker de militancia política, o que usa su púlpito para hacer proselitismo político, La iglesia, el templo no es para eso, Jesús dijo: “Mi casa, Casa de Oración será llamada” (San Mateo 21:13)

No está mal que un cristiano esté involucrado en algún partido político si no es alguien que ha sido llamado por Dios para pastorear la iglesia o bien tenga un voto o compromiso ministerial. Los fieles evangélicos que se sientan llamados a la militancia partidaria están en su legítimo derecho de hacerlo, pero si ocupan altos cargos eclesiales, por ética ministerial y cívica deberían dejarlos, al menos mientras ejerzan esa militancia.

Existe en cambio un amplio espacio de actuación por parte del pastor en el marco de “la sociedad civil” que reclama la movilización comprometida con la justicia, los derechos humanos, la paz, la defensa de la vida humana, la ecología, la familia, así como otras muchas causas justas que están en perfecta armonía con los intereses del Reino de Dios y donde hacen mucha falta los Henry Dunant, los Wilberforce, los Luther King, los Desmond Tutu, etc., del siglo XXI, y como lo fue el Obispo Daniel Glauche, defensor de la justicia y de un hospital digno que brinde atención a todos por igual de manera gratuita.

Cuál es el rol entonces del pastor frente a la política?

Aclarado que la función del pastor es cuidar, alimentar y guiar a sus ovejas al tiempo que gana a los perdidos para el Reino de Dios y que esta misión primordial no puede ser eclipsada por ninguna otra, por más altruista que parezca, debemos preguntarnos: ¿Qué esperamos de un pastor en cuanto a su entorno político?. Creo que la respuesta es clara, el pastor debe ser la voz profética. Ser profeta significa hablar en nombre de Dios, comunicar clara y contundentemente su voluntad, sin compromisos terrenales que alteren su mensaje, debe exponer la Palabra de Dios y contrastarla con los tiempos que estamos viviendo. Antiguamente los profetas tenían acceso al palacio del rey, eran consultados y su palabra, que era digna de confianza, era tenida en cuenta. Pero el compromiso del profeta no era con el rey o el gobierno de turno sino con Dios, eso le daba autoridad para denunciar lo que estaba mal, bendecir lo que estaba bien y orar a Dios para que guíe y de sabiduría al rey.

Las personas y aun los propios discípulos de Jesús esperaban de el un compromiso político, pensaban que él habría de ser un revolucionario, un líder político, que traería libertad a su nación y ante esto Jesús fue contundente: “Mi reino no es de este mundo” (San Juan 18:36). Jesús no aprovechó su fama, poder y cantidad de seguidores para posicionarse políticamente, sino que llevó adelante una revolución espiritual, aquella que se libra en el corazón de los hombres.

Jesús es el único digno de ser Rey y Sacerdote al mismo tiempo, es decir, él es quien reúne las condiciones para llevar adelante un sacerdocio espiritual y al mismo tiempo ser la cabeza de un reino teocrático. Esto se verá plasmado en su venida, cuando el venga a reinar en la tierra y nosotros, su iglesia, reinemos con él. Mientras tanto queridos pastores y ministros sigamos concentrados en “los negocios del Padre”, es decir, la salvación de almas.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Y ANTES QUE LA LAMPARA FUESE APAGADA

LOS 10 PRINCIPALES CONSEJOS DE SALOMÓN PARA LOS JÓVENES

BUENAS DECISIONES