EL PODER DE LA SANGRE DE CRISTO

 


Jesús dijo: “el que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida…” (San Juan 6:54). En la sangre esta la vida. Fue necesario que Jesús muriera para darnos su vida, su sangre preciosa. Antiguamente Israel sacrificaba corderos para pagar temporalmente el precio de los pecados de su pueblo, pero ese sacrificio era de corta duración. Jesús el Cordero de Dios derramo su sangre una vez y para siempre para redimirnos de todos nuestros pecados pasados, presentes y futuros. Solo la sangre de Cristo salva, pues su sangre es sagrada. El tenía la sangre del Padre. Aunque terrenalmente nació de una mujer, su sangre era la de su Padre. Y fue esa sangre la que nos dio para darnos vida. Quien tiene la sangre de Cristo esta marcado para ser librado del pecado e ir al cielo, así como sucedió durante la décima plaga con aquellos que tenían la marca de la sangre en los dinteles de las puertas que fueron librados de la muerte y separados para redención. Aquello fue figura de lo que habría de suceder en la cruz.

Hubo siete ocasiones en que Jesús derramo su sangre, yo las resumo en tres acontecimientos principales:

1-Sangre derramada en Getsemaní: Fue allí donde Jesús oro porque sentía el peso y la angustia de lo que se avecinaba. Esa sangre fue derramada para librarnos del miedo, de la angustia, de los sentimientos negativos que combaten dentro nuestro cuando estamos pasando por adversidad. Esa sangre nos da fuerzas para hacer la voluntad de Dios por encima de lo que sentimos. Solamente podemos vencer las pruebas más difíciles a través del poder de su sangre.

2-Sangre derramada por los golpes: Jesús sufrió golpes, sufrió el látigo cruel, su cuerpo quedó desgarrado y su rostro desfigurado. El estaba sufriendo nuestro castigo, el estaba ocupando nuestro lugar. El cargo allí con nuestros sufrimientos, dolores y enfermedades, cargo nuestras heridas y a través de esa sangre nos dio la unción para vencer el dolor y la enfermedad, el menosprecio, los maltratos y las humillaciones.

3-Sangre derramada en la Cruz: Es la sangre que limpia el pecado, que libra de la muerte y la condenación eterna. La sangre derramada en la cruz nos redime de todos los pecados y nos da vida eterna. Es la sangre del nuevo pacto que nos reconcilia con Dios, que nos hace ser Hijos del Altísimo. Fue por eso que allí Jesús se vació, entregó hasta la última gota de su sangre, para poner en nosotros toda la vida del Padre.

Cuando nos vaciamos de nuestra sangre, es decir, de nuestra vida enferma y pecadora, y nos llenamos de su sangre, de la vida del Espíritu, entonces somos vivificados y alcanzamos victoria sobre nuestros miedos, dolores y el más grande enemigo: La muerte.

Para que haya vida, la sangre tiene que fluir, tiene que operar de forma constante. La sangre le provee a usted lo que necesita, le limpia y elimina lo tóxico y le da vida. Todo esto es lo que la sangre de Cristo puede hacer por usted si simplemente la incorpora en su corazón.  Acuda hoy mismo al poder de la Sangre de Cristo!

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