EL OCASO DEL REY
El ocaso del rey es la historia de un tipo apuesto, atleta, agraciado, de un físico envidiable, el cual a la edad de treinta años se encuentra con la noticia de que lo están buscando para hacerlo rey. Al principio pensó que era una cámara oculta para algún programa de televisión, pero con el paso de las horas cayo a la cuenta de que la noticia era seria y que un profeta del Dios vivo lo estaba buscando para ungirlo. Ese día cambio su vida para siempre, ya no seria mas un granjero anónimo, uno mas del montón, sino que por gracia divina se convertiría en la persona mas influyente en Israel y sus alrededores. Cosas sobrenaturales ocurrieron el día de consagración, cuando el aceite de la unción cayó sobre su cabeza fue lleno del Espíritu de Dios, todos se alegraron de su promoción, la gente lo aclamo y lo victorio con alegría. Dios estaba con el, el cual le demostró su amor e interés en su éxito colocándole a su lado un profeta, un guía espiritual de la talla de Samuel. Este rey tuvo un llamado sobrenatural, una unción especial, el mejor pastor de su tiempo y el apoyo de todo un pueblo y del propio que Dios que estaba con el. Pero a medida que los años pasaron ese brillo se fue apagando, los aciertos empezaron a ser cada vez menos y las victorias también. Su actitud displicente hacia Dios y su Palabra lo llevaron a convertirse en una persona ciclotímica, paranoica, atormentada, depresiva, con severos trastornos de conducta y a quedar permeable a la acción y el tormento de espíritus inmundos que lo empujaron al borde de la locura, a desvariar y tomar decisiones tontas al punto de consultar a una bruja para buscar consejo. El Ocaso del rey es la historia de un hombre que de tenerlo todo, lo perdió todo, es la historia de quien conoció el cielo pero termino en el infierno, es la historia de quien pudo haberse arrepentido, haber rectificado el rumbo pero no aprovecho la gracia e insistió en el error durante 30 años. Es la historia de quien murió como vivo, perdiendo la cabeza, puesto que los filisteos lo vencieron en batalla, mataron a sus hijos y le cortaron la cabeza para llevarla como trofeo a sus tierras.
Muchos se preguntan si un cristiano puede caer de la gracia y verse afectado por los demonios. El mejor ejemplo lo tenemos en Saúl, el rey de nuestra historia, un hombre con llamado, con propósito y ungido con el Espíritu Santo, pero que termino atormentado por los espíritus malos. Un cristiano no solo puede verse contaminado y afectado por los espíritus inmundos sino que inclusive puede perder su salvación si no rectifica el rumbo a tiempo.
Ahora bien, al igual que Saúl, nadie cae de la gracia así como quien va caminando y se cae en un pozo. Perder la gracia y el favor de Dios es un proceso de erosión donde nos damos el permiso de desatender nuestra vida espiritual, nuestro corazón y nos vamos alejando de la presencia de Dios. No es Dios quien nos abandona somos nosotros los que nos vamos alejando de el. Esto queda muy en claro en la vida del Rey Saúl, le falló a Dios una y otra vez, fue advertido de ello, tuvo tiempo para rectificar el rumbo, contó con el mejor consejero, pero lejos de ajustar su GPS se fue alejando cada vez mas de Aquel que lo había escogido, al punto que cierto día el Creador declaro “Me pesa haber puesto a Saúl por rey…”
Hubo cuatro errores bien marcados que llevaron a Saúl a perder la unción y el favor de Dios:
-La impaciencia: Llevaba dos años como rey, La nación estaba en guerra contra los filisteos. El pueblo estaba atemorizado y muchos estaban desertando puesto que los filisteos eran muchos más en carros y gente de guerra. Samuel el profeta le dijo a Saúl “tranquilo! Espérame 7 días que yo vaya y presentaremos holocausto a Jehová e invocaremos su ayuda. Pero viendo Saúl que Samuel no llegaba, realizo por su cuenta el sacrificio, lo que tenía prohibido por ley santa. Cuando llego el profeta le dijo:”Que hiciste? No guardaste el mandamiento de Jehová, ahora tu reino no será duradero.
- La desobediencia: Dios le dice te voy a entregar a los amalecitas en tu mano y en ti vengare la oposición con que ellos resistieron a Israel en el desierto, te pido que no perdones la vida de nadie, vas a matar desde el rey hasta el último de los animales porque mi voluntad es raer la memoria de Amalec de sobre la tierra. Dios le dio una victoria resonante, pero Saúl le perdono la vida a Agag el rey de Amalec y a todo lo mejor del ganado. Dios se enojo mucho con este acto de desobediencia y rebeldía y le dijo a Samuel “me pesa haber puesto a Saúl por rey, porque me ha dado la espalda y no ha guardado mi palabra”. Samuel el profeta se puso muy triste y dice que no pudo dormir toda aquella noche y permaneció en oración. A la mañana del siguiente día fue al encuentro de Saúl y este salió a recibirlo y le dijo: “Bendito seas he cumplido con la Palabra de Dios” Samuel le dijo “Ah sí? Y que es ese balido de oveja y bramido de vacas que oigo? Saúl mintió, oculto, culpo a los demás, no se responsabilizo de nada y nunca mostró un arrepentimiento sincero. Desde ese día nunca más volvió a encontrarse con el profeta Samuel. Dios ya no confiaba en Saúl ni le tenía en sus planes.
- Celo y envidia: Fue a través de David que Dios trajo victoria sobre los filisteos. El gigante fue derrotado y las mujeres recibieron a sus héroes cantando “Saúl mato a mil y David a sus diez mil” Esto despertó el celo de Saúl, quien a partir de ese día no miro con buenos ojos a David. A tal punto llego su envidia que en varias oportunidades quiso matarlo aunque nada malo le había hecho. Tan infectado de envidia y celo estaba su corazón que un espíritu malo le atormentaba y no tenia paz.
-Consultar a una adivina: Esa fue la gota que rebalso el vaso y colmo la paciencia de Dios. Quien debía ser la lampara de Israel, estaba en oscuridad y en su desespero recurrió al mundo de los espíritus en franca oposición a las leyes divinas.
Saul tuvo treinta años para arrepentirse y rectificar el rumbo, pero no lo hizo. La gracia de Dios es grande. El espera que hagamos morir al Saul que habita dentro nuestro. Si nos volvemos a Dios en obediencia y disposición absoluta el ha de confirmar su pacto para siempre.
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