LA TORMENTA NO ES EL PROBLEMA

 






Esta palabra es para aquellas personas y familias que se encuentran atravesando un momento oscuro, que están pasando por tormentas, es para aquellos que dicen “yo remo y remo pero no veo adelanto, estoy estancado en el mismo lugar, las cosas no cambian, nunca puedo llegar a la otra orilla. La travesía de mi vida se me hace cada vez más difícil, no veo resultados!”

Los discípulos acababan de participar de un culto multitudinario y sobrenatural con el Señor Jesús. Vieron como una multitud de más de 5.000 personas fueron alimentos providencialmente cuando lo único que se tenía para darles eran 5 panes y dos peces. Estaban gozosos y llenos de la unción. Se suben a una barca y deciden cruzar el mar rumbo a Capernaum, pero Jesús no estaba con ellos. Era el anochecer, ya estaba oscuro, cuando de repente se levantó un fuerte viento que embraveció al mar y ponía en riesgo la embarcación. Ellos remaban con todas sus fuerzas pero no había demasiado progreso. Estando a unos 300 estadios,  es decir a poco mas de 5.500 metros de la orilla, en medio de la oscuridad,  ven que alguien viene a ellos caminando sobre al mar.  Al principio no distinguen que es Jesús y sienten miedo, mas Jesús les dijo “Yo soy, no temáis”. Entonces ellos con gusto le recibieron a bordo y enseguida llegaron a tierra firme, a su destino.

 Aquellos hombres envalentonados con lo vivido, lo visto y lo logrado en aquella jornada, emprendieron aquel viaje solos, es decir, sin Jesús. Muchas veces nuestra victoria anterior nos coloca en una posición de falsa seguridad y autosuficiencia que nos lleva a pensar que podemos solos, que podemos hacerlo por nuestra cuenta, a nuestra manera y nos olvidamos de asegurarnos de que la presencia de Jesús vaya con nosotros.  Que tus victorias, éxitos y etapas positivas no te lleven a pensar que puedes solo, que no necesitas de Dios. No importa cuánto Dios te use, no importa cuán capaz tú seas, no importa cuántos logros hayas obtenido, o si al presente no tienes de que preocuparte, tú necesitas a Jesús. Tu solo repartiste el pan! Tu solo administraste las bendiciones pero el que proveyó fue Jesús, el origen de todas tus victorias es Jesús. Muchas veces nuestra equivocación es dejar a Jesús en la orilla. No emprendas, no marches, no hagas nada sin asegurarte que su presencia vaya contigo. Y cuando digo “su presencia” no me estoy refiriendo a tener la emisora de la iglesia prendida, a dejar una biblia abierta en el modular, o tener el “Jesús en la boca”, sino que hablo de la manifestación de su presencia. Una casa en donde se honra a Dios, se ora, se alaba, se profetiza, se declara, es una barca donde la presencia de Dios traerá seguridad.

Con Cristo o sin Cristo las tormentas se van a levantar. Las tormentas tienen dos propósitos: Uno que pierdas el gozo de lo recibido, dos, que no llegues del otro lado, que no alcances tus objetivos. Pero una cosa es enfrentar la tormenta solo y otra con Jesús a bordo. Estando solos los discípulos  remaban y no avanzaban pero cuando Jesús subió a la barca enseguida llegaron a destino!. Hay gente que dice yo no avanzo porque tengo muchos problemas, muchas luchas, muchas tormentas, pero esa no es realmente la causa, lo que hace que tu barca no avance es la ausencia de Cristo! Cuando el esta hay aceleramiento! Cuando el esta se llega a destino, las cosas se concretan, los objetivos se cumplen! No le pidas a Dios que te quite la tormenta sino que no falte su Presencia!...Tu vas a avanzar a pesar de los problemas y las tormentas de la vida!

El te va a librar del temor, su presencia aleja el temor!. El Salmista dijo: “busqué a Jehová y él me oyó y me libró de todos mis temores” No dice me libró de todas mis tormentas. Hay tormentas que tendrás que pasar, pues son procesos que fortalecen tu carácter, tu fe y tu paciencia. Lo que tú necesitas es que el te libre, no de las tormentas sino de tus temores, porque lo que te paraliza es el temor, lo que te bloquea es el temor. Ahora bien, cuando tú tienes la presencia de Dios y la fe que vence no hay tormenta que te pueda detener ni alejar de tu propósito!. La ausencia de Cristo genera temor. El temor se hace grande y se apodera de tu vida y de tu barca cuando falta Jesús. Tu tranquilidad no va a venir por no tener más preocupaciones, problemas o tormentas, sino por tener a Jesús en tu barca.

 Ellos estaban en medio de la noche, enfrentando las olas, el viento y sus peores temores. Estaban luchando con sus fuerzas y no con el poder de la oración y la fe, sin embargo Jesús vino a ellos porque nunca los perdió de vista. Quiero que sepas que los ojos de Dios están sobre ti y que El va a acudir en tu ayuda, el va a aparecer en el momento justo para librarte y para que llegues a tierra firme.

Haz como los discípulos y recíbelo hoy con gusto en tu barca!

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Y ANTES QUE LA LAMPARA FUESE APAGADA

LOS 10 PRINCIPALES CONSEJOS DE SALOMÓN PARA LOS JÓVENES

BUENAS DECISIONES