DIOS RESTAURA

 

El campo está asolado, se enlutó la tierra; porque el trigo fue destruido, se secó el mosto, se perdió el aceite. (Joel 1:10)

Responderá Jehová, y dirá a su pueblo: He aquí yo os envío pan, mosto y aceite, y seréis saciados de ellos; y nunca más os pondré en oprobio entre las naciones. (Joel 2:19)

En los días del profeta Joel la nación de Israel había sido azotada por una terrible y devastadora plaga de langostas. No había quedado nada en pie, por lo que el futuro era incierto y lleno de desesperanza. Frente a esta situación limite Dios convoca a su pueblo, por medio del profeta, a volverse a el de todo corazón y con urgencia. El resultado seria, que en su misericordia, Dios restauraría todas las cosas, y no solo eso, sino que derramaría de su Espíritu Santo haciendo que las personas recuperasen sus sueños. Finalmente Joel cierra su profecía anunciando la restauración total de Juda.

Sepa querido amigo que el deseo de Dios es restaurar su vida, su familia y todas sus cosas. El puede y quiere devolvernos lo que la "Langosta", es decir, las fuerzas del mal, nos devoro. El secreto para lograr la restauración total y recuperar lo perdido, lo hallamos en las palabras de esta profecía:

1- Arrepentimiento sincero: Dios llama a su pueblo a rasgar su corazón y no sus vestidos. Era costumbre en aquellos días rasgarse la ropa y echarse polvo sobre la cabeza en señal externa de arrepentimiento y humillación. Ahora bien,  no siempre esa señal externa iba acompañada con el corazón, es decir, no siempre el arrepentimiento era sincero. Así también hoy día hay personas que lloran en el altar un domingo en la iglesia, o clavan sus rodillas en el suelo, pero luego en la semana vuelven a sus viejas andanzas. Eso se debe a que el arrepentimiento no es sincero. El arrepentimiento sincero es aquel que va acompañado de los "frutos", es decir, de las obras que demuestran lo que hay realmente en el corazón. Recuerde: Dios no puede ser burlado! 

2-Convertirse a Dios: El segundo paso que Dios exige para la restauración es convertirse. Esto implica dar un giro de 180º en la forma de pensar y actuar. Si no hay cambio, no hay restauración. Si siempre hago lo mismo no puedo esperar resultados diferentes. El pueblo de Israel conocía a Dios, pero no se habían convertido a el, es decir, permanecían sumidos en sus viejos pensamientos y obras. Hay una diferencia sustancial entre salvación y conversión. Salvación es un acto, un momento, una entrega, conversión en cambio, es un proceso. Uno de los ladrones que fue colgado en la cruz junto a Jesús recibió la salvación aunque no tuvo tiempo de convertirse. El creyó en el Hijo de Dios y este le dio vida eterna al decirle "de cierto, de cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso" Fue salvo en aquel instante, aunque no tuvo tiempo de revertir sus malas obras, pedir perdón a los demás, ni demostrar el cambio, pues falleció en aquella hora. Usted y yo mientras tengamos vida debemos todos los días abandonar las vieja vida y convertirnos a Dios, esto implica parecernos cada vez mas a Jesús.

3-Entender la urgencia: El profeta habla de la urgencia de buscar sin demoras el favor de Dios. Cuando dice toquen trompeta, convoquen asamblea, la novia salga de su tálamo, los sacerdotes humillense al entrar a la casa de Jehova, esta manifestando la urgencia que requiere el asunto. Cuantas personas postergan su vida espiritual, postergan todo lo que tiene que ver con Dios dando mayor atención a los asuntos de la vida terrenal. Déjeme decirle que este tiempo en que vivimos requiere que usted con urgencia busque a Dios, a fin de alcanzar misericordia. No deje para mañana, no postergue para otro momento, hoy es el día de volverse a Dios.

Si hay arrepentimiento, conversión y urgencia Dios manifestara misericordia, restaurando el trigo (su prosperidad), el mosto (su alegría) y el aceite (su sanidad y presencia de Dios)

Usted puede recuperar todo lo que la langosta devoro! No culpe a Dios de sus desgracias, y téngalo como amigo y aliado y en su vida vera la diferencia!