HERIDAS DEL ALMA

 

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Muchos de nosotros hemos sido marcados por la  humillación, traición, rechazo, injusticia, abandono, etc., heridas muy profundas y difíciles de curar. A menudo esas heridas, esos golpes en el alma nos acompañan de por vida y a menos que no gestionemos correctamente nuestros sentimientos, harán infeliz nuestra existencia. La gran pregunta es: ¿cómo se curan estas heridas, hay un remedio?  

Jesús es nuestro modelo, nuestro maestro, el paso por todas las heridas y sufrió todos nuestros dolores y las venció en la cruz. Miremos su ejemplo.

Hay vida detrás del dolor: Hay un viernes de dolor, un sábado de espera pero también un domingo de vida!

Todo pasa, todo tiene su tiempo, el dolor se tiene que agotar, háblalo, llóralo, sácalo, renúncialo, hace un acto profético y entrégaselo a Dios y luego sacudite y seguí, que el dolor es pasajero, el dolor es un capitulo de tu vidas pero no es tu vida completa.

No te reproches nada: “La cruz no es fracaso es propósito de Dios”

Cuando pasamos por una herida, por una mala temporada solemos culparnos por todo, creemos que lo malo que nos ha acontecido fue nuestra responsabilidad, que hemos elegido mal, que algo hicimos mal, que quizá no nos merecíamos la felicidad y por eso nos paso lo que nos paso y no es así. No dejes que el dolor destruya tu autoestima, no dejes que personas manipuladoras y toxicas te hagan creer que por tu culpa las cosas no resultaron. No te hagas cargo del mal proceder de los demás, cada quien es responsable por sus actos, no justifiques a quien no se lo merece, en cambio se compasivo contigo mismo aun cuando pudiste haber elegido mal, eso no te convierte en el malo de la película.

Corta con los lazos de dependencia: “deja ir a los que no te saben valorar”

Si se fue se fue, si no te ama no fuerces a nadie, si no te valora no mendigues amor, corta los lazos de dependencia, demuéstrales que tú con Dios son mayoría, que puedes seguir adelante y hacer de tu vida algo relevante, que ellos se están perdiendo la partida…no pidas por favor, no mendigues amor, no intentes cambiar a nadie a la fuerza, no te hagas ilusiones tontas, hay personas que si no las cambia Dios no las cambia nadie, entonces lo mejor es emanciparte emocionalmente de ellos y volver a tomar las riendas de tu vida y decisiones. Solamente cortando el pasado tendrás futuro, solo valorándote a ti mismo vendrá quien te valorara. Deja de querer ser mas bueno que Dios, pon limites sanos, límites con amor, pero limites al fin, es por tu bien!

Perdona. “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”

Perdonar es entender que el otro necesita ser sanado, que está en error pero que no le vas a imputar de por vida ese error, es soltar, perdonar es hacer un punto y aparte, es usar de misericordia, es tomar la decisión de no responder al agravio, de no pagar con la misma moneda.

Aprende a depender de Dios y no de la gente: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”

Las heridas nos hacen más fuertes, nos hacen crecer y nos enseñan que debemos depender solo de Dios y no poner nuestra confianza en la gente porque todos nos pueden fallar. No esperes más de la cuenta, hay quienes te pueden acompañar hasta cierto punto del camino y no mas, no te resientas con ellos, agradece y sigue tu adelante con la misión que Dios te encomendó.

 

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