CUENTA LAS ESTRELLAS

 



Abraham había hecho todo bien. Se había movido conforme a la voluntad de Dios saliendo de Ur camino a una nueva tierra que Dios le mostraría, había dejado su parentela y su pasado atrás. Sabiendo que su sobrino estaba en problemas arriesgo su propio pellejo para rescatarlo y ponerlo a salvo, demostrando así su amor hacia la familia. Dio los diezmos de todo lo obtenido en aquella batalla contra los 5 reyes enemigos, en un tiempo en que no había ningún mandamiento al respecto, demostrando así su compromiso y fidelidad hacia el Todopoderoso. Más aun así, pese a toda esta fidelidad, Abraham aun no había alcanzado lo que tanto deseaba.  Su sueño mayor era tener un hijo junto a su esposa Sara, pero este sueño, a esa altura de su vida parecía irrealizable. Ambos eran de edad avanzada y Sara su esposa era estéril. Esto hacía de aquel sueño algo imposible!  Entendiendo Abraham esta realidad es que tenía en mente un plan “B”. “Me va a heredar Eleazar”, un siervo nacido en la casa y muy querido. Fue en medio de esa resignación pensada en voz alta en que vino palabra de Jehová a Abraham, quien le dijo: “No te heredará tu criado, sino un hijo propio” pero Dios agrega aún más: “No solo te daré un hijo sino que tu descendencia será innumerable como las estrellas del cielo y la arena del mar”. Y para que Abraham visualizara esa promesa lo sacó de su tienda y le dijo: “Alza tus ojos al cielo y cuenta las estrellas, si acaso puedes contarlas” Esto es lo que te daré! Mucho más de lo que tú piensas o imaginas, más de lo que me pediste, más de lo que jamás soñaste! Y la Escritura dice. “Y creyó Abraham a Dios y le fue contado por justicia” Porque creyó fue justificado, porque creyó fue aprobado, porque creyó se torno merecedor, porque creyó recibió, porque creyó llegó Isaac y detrás de el las multitudes! Abraham tuvo que esperar, las cosas no fueron inmediatas. Pero ahora tenía una palabra, una promesa, una imagen en su retina y en su corazón, ahora tenía un motivo por el cual seguir vivo, seguir adelante.

Yo le hablo en este día a aquellos que dicen “Pastor, hice todo lo que estaba a mi alcance pero el sueño no llega” “hice todo lo que Dios me mando, pero aun no veo mi bendición” “ he dado lo mejor de mi por los demás, no he sido egoísta, pero aun así no veo mi recompensa, ni mi galardón”. Génesis 15:1 dice “Después de estas cosas vino palabra de Jehová…” quiero decirte que detrás de todo lo que vienes sembrando, trabajando, esforzándote, haciendo viene tu galardón, viene tu recompensa, viene palabra de Dios, viene promesa inamovible del cielo en tu favor!

Yo sé que hay momentos en que la distancia entre la realidad y la promesa se hace insoportable. Buscas aferrarte a la palabra, a la promesa, de Dios, buscas levantar tu mirada al cielo y volver a contar las estrellas, pero las circunstancias te dan un “baño de realidad” que hacen que tu fe se desmorone como un castillo de naipes. El tiempo pasa, las cosas no cambian, el cielo se pone nublado y no puedes ver las estrellas, pero quiero decirte que la promesa sigue estando allí, las estrellas siguen estando firmes. Cuando Dios te da una palabra, una promesa, por mas difícil que sea tu circunstancia, por más dura que sea tu realidad, se cumplirá!

Hay sueños que dependen de ti, de tu esfuerzo, de tu trabajo, de tu perseverancia y tenacidad, pero hay otros que no dependen de tu capacidad o de tus fuerzas para alcanzarlos,  sino exclusivamente de tu fe, de creer que Dios es fiel y poderoso para darte mucho más de lo que puedas imaginar. Abraham pidió un hijo y Dios le dio naciones y reyes! No fue su capacidad, fue su fe absoluta en Dios y su promesa!

Para que los sueños se materialicen primero se tienen que engendrar en el alma. Darás a luz lo que lleves dentro. Darás a luz aquello de lo que estés embarazado! Si el sueño no está primero en tus ojos, en tu corazón, en tu alma, en tu deseo más profundo difícilmente se concrete. Los sueños que se concretan son aquellos que ya fueron vistos, ya fueron visualizados. Si lo puedes ver lo puedes alcanzar. Abraham necesitaba llenar sus ojos y su interior de su sueño.  Lograras lo que está dentro de ti impregnado a tus ojos, a tu corazón. ¿Que ves? Ves tú felicidad, ves tú negocio? Ves tu casa? Te ves triunfando? Como te ves? Lo que ves es lo que atraes: Los israelitas vieron gigantes y atrajeron gigantes,  Josué y Caleb vieron la tierra y conquistaron la tierra!


Cuenta las estrellas

Dios le dijo a Abraham “cuenta las estrellas” no solo que las mire. Era para que se mantuviera enfocado y ocupado en lo que amaba. Quieres alcanzar tu sueño? Mantente enfocado! No saques la mirada! No dejes que nada ni nadie te desenfoque! Mira solo estrellas, cuenta estrellas, ve a dormir con estrellas y levántate contando estrellas.


Debes salir de tu tienda

La visión de Abraham se amplifico, su fe creció cuando él vio la inmensidad del cielo nocturno y escucho la voz de Dios. Pero para ello fue necesario que saliera de la tienda. La tienda representa nuestro encierro, nuestra duda, nuestra negatividad, nuestra zona de confort, nuestra rutina. Siempre las mismas cosas, las mismas conversaciones, las mismas personas, los mismos horarios, los mismos pensamientos. Debes salir de la tienda, ampliarte, cambiar tu manera de ver, de pensar, de actuar…dejar que Dios te cambie la identidad (Abram – Abraham / Sarai – Sara) Porque todo cambio empieza por uno. Si quieres atraer tu sueño sal de tu rutina, cambia tu manera de pensar y Dios traerá sobre ti alegría.

Viene en camino tu felicidad, viene en camino tu alegría, viene en camino tu Isaac…mira hacia el cielo!

 

 

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