VEREMOS QUE NOS TRAE EL TIEMPO (BALANCE DE FIN DE AÑO)
Llega fin de año y casi sin proponérnoslo hacemos un balance de lo que dejamos atrás. Dividimos el año en “buenas y malas” Éxitos y fracasos” “logros y cosas inconclusas”. Todo ello lo ponemos sobre una balanza imaginaria de dos platos y evaluamos que pesa más, de allí, del resultado, si el año fue “bueno o malo”. Claro que este tipo de balance es muy simplista ya que hay un montón de situaciones y factores que quedan afuera. Algunos verán el vaso medio lleno, otros, medio vacío y en el medio estarán los realistas que se ajustaran a una evaluación lógica de lo vivido.
Ahora bien, que determina que un año haya sido bueno o malo? Las expectativas y metas de cada uno! Quien no tuvo metas o expectativas estará feliz de haber llegado vivo al 31 de diciembre. Habrá quienes se pusieron la vara muy alta o tuvieron objetivos que no se cumplieron y por ende dirán: “no fue un buen año”.
Claro que también hay otros factores que ponemos en balanza en esta suerte de evaluación personal, por ejemplo los infortunios, imprevistos y perdidas, situaciones que están fuera de todo plan, incluso de nuestro control y que sin lugar a dudas nos dejan la sensación de que el año nos ha sido adverso: La pérdida de un ser querido, o del trabajo, una ruptura amorosa, un gasto fuera de todo calculo, la mala conducta de alguien que nos genero dolor, son parte de esa lista de situaciones imprevistas que uno debe poner en la columna “menos o debe” del balance.
Pero no todo lo que evaluamos como perdida o fracaso siempre lo es, al menos como lo creemos al presente. Qué tal si le digo que hay fracasos exitosos, o perdidas positivas? Qué tal si le digo que hubo situaciones en el año que usted computo como negativas y Dios las computa como positivas? Muchas cosas que hoy usted ve como negativo, créame que el tiempo le hará cambiara de opinión. Déjeme ilustrárselo con esta historia:
Había una vez un campesino, pobre pero sabio, que trabajaba
la tierra duramente con su hijo. Un día el hijo le dijo:
-¡Padre, qué desgracia! Se nos ha ido el
caballo.
-¿Por qué le llamas desgracia? - respondió el
padre - veremos lo que trae el tiempo...
A los pocos días el caballo regresó, acompañado
de otro caballo.
-¡Padre, qué suerte! - exclamó esta vez el
muchacho - Nuestro caballo ha traído otro caballo.
- Por qué le llamas suerte? - repuso el padre -
Veamos qué nos trae el tiempo.
En unos cuantos días más, el muchacho quiso
montar el caballo nuevo, y éste, no acostumbrado al jinete, lo arrojó al suelo.
El muchacho se quebró una pierna. -¡Padre, qué
desgracia! - exclamó ahora el muchacho - ¡Me he quebrado la pierna!
El padre, retomando su experiencia y sabiduría,
sentenció: -¿Por qué le llamas desgracia? Veamos lo que trae el tiempo! Pocos
días después pasaron por la aldea los enviados del rey, buscando jóvenes para
llevárselos a la guerra. Vinieron a la casa del anciano, pero como vieron al
joven con su pierna entablillada, lo dejaron y siguieron de largo.
El joven comprendió entonces que nunca hay que
dar ni la desgracia ni la fortuna como absolutas, sino que siempre hay que
darle tiempo al tiempo, para ver si algo es malo o bueno.
Lo que sucede conviene…la Biblia diría: “A los que aman a
Dios todas las cosas le ayudan para bien”.
A veces solemos ser muy crueles con nosotros mismos y nos
martirizamos con lo que consideramos “fracasos” pero demos tiempo al tiempo
para ver el resultado final.
Hay muchos casos en la biblia que uno podría llamar “fracasos”,
sin embargo fueron parte del plan de
Dios para un futuro mejor:
Noé predico 120 años y no se convirtió nadie
Moisés iba delante del Faraón y las cosas se ponían peor
Jeremías el profeta fue enviado a un pueblo que no lo habría
de escuchar
La mayoría de los profetas fueron rechazados, perseguidos e
incomprendidos. Juan el Bautista, el mayor de los profetas según Jesús, termino
decapitado.
Jesús tuvo un Judas en su equipo íntimo que lo traiciono.
Pablo en su primer viaje misionero se le cerraron sistemáticamente muchas puertas.
A simple vista podríamos decir: fracasaron, pero ninguno
fracaso, cumplieron con lo que Dios esperaba de ellos, el resultado no se vio
en sus presentes pero si con el tiempo.
Cuenta la historia que un medico ofrendo su vida a Dios como
misionero en medio de una tribu muy cerrada y desconfiada. Paso muchos años
entre ellos atendiéndolos con amor y ayudándoles desde la medicina y la fe.
Aunque les hablaba y predicaba de Cristo con denuedo, no logro la conversión de
ninguno de ellos y mucho menos plantar una iglesia. Finalmente, después de
haberlo dado todo murió. Ese día la tribu lo lloro y lo sepulto con honores.
Tras el vino otro misionero y prácticamente toda la tribu se convirtió a Cristo
y creció allí una iglesia pujante. Que había pasado? La respuesta la dieron los
propios integrantes de la tribu, los cuales dijeron: “Viendo el amor, la
entrega, la perseverancia y el ejemplo de vida de nuestro querido doctor y
misionero, como no creer que existe un Dios que nos ama y se interesa por
nosotros” Aparentemente el misionero partió sin resultados, pero el tiempo dijo
lo contrario.
El tiempo es el mejor juez, se encarga de poner todo en su
lugar y de revelar que es mejor y que no. Le estoy hablando a esa señorita que
en este año le toco llorar una ruptura amorosa, no lo veas como una perdida,
sino como una ganancia a futuro, de algo Dios te libro. Le hablo a quienes
pasaron desilusiones y traiciones y por causa de ello hay personas que ya no
están a tu lado; crees realmente que perdiste? No sabes de lo que Dios te
libro! Les hablo a aquellos que plantaron cualquier tipo de buena semilla y
todavía no ven el resultado, que aun no veas nada no significa que no esté
germinando, tu semilla crecerá y te dará mucho fruto. Les hablo a los que
tuvieron que enfrentar un montón de pruebas y desdichas; no creas que han sido
perdida, hoy estas más fuerte que ayer, aprendiste muchas cosas y lo que no te
mato te fortaleció, quizá solo para eso Dios permitió la adversidad para verte
madurar y crecer en tu fe.
Dale tiempo al tiempo y veras que lo que hoy consideras
perdidas mañana las veras como ganancia!
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