VOLUNTAD Y CORAZÓN


 

Hubo dos momentos trascendentes y decisivos en la vida de Abraham. Dos pruebas que lo convirtieron en lo que llego a ser: “El padre de la Fe” y el “amigo de Dios”

La primera prueba es cuando Dios le pide que deje todo atrás en Ur de los Caldeos. Casa, tierra, padre, familia, proyectos personales, etc. para peregrinar en pos de una tierra desconocida.

La segunda prueba es, cuando Abraham luego de esperar durante más de 25 años la promesa de ser padre, Dios le pide que tome a su único hijo y lo entregue como ofrenda en el monte Moriah.

Todos sabemos bien que Abraham obedeció a ambos mandatos Divinos y por causa de su tremenda obediencia y fe su nombre fue engrandecido y alcanzo bendiciones extraordinarias.

Estas dos pruebas representan la entrega total de la voluntad y del corazón de quien confía en Dios por encima de todas las cosas.

En la primer prueba vemos a Abraham rodeado de todo lo que cualquier hombre quisiera tener: Tierras, ganado, pozos de agua, familia, sirvientes, riqueza. En definitiva Abraham estaba bien, tenía un proyecto de vida, aunque no estaba completo, pues le faltaba lo que más anhelaba, un hijo. Cuando Dios le da la orden de dejar todo eso atrás, entra en conflicto la voluntad de Abraham con la voluntad de Dios. La voluntad de Abraham le decía: “Para que salir, para que cambiar de vida? Así estoy bien!, ya tengo suficiente, para que voy a andar corriendo riesgos a esta altura de mi vida?” “Para que obedecer a Dios en esto?, será que tiene sentido?” Esta es la prueba que todos hemos pasado o habremos de pasar, prueba que puede repetirse una y otra vez hasta que nuestra voluntad sea quebrada y sea hecha la voluntad de Dios. Muchas veces Dios nos pide obediencia ciega a fin de quebrar nuestra voluntad, pues nuestra voluntad no deja obrar la voluntad de Dios. Y lo que Dios nos pide va contra nuestro entendimiento, nuestra comprensión o nuestros deseos.

La segunda prueba fue mayor y más decisiva aun. Ahora Dios no le pedía que dejara posesiones, sino lo que más amaba, su hijo. Isaac representa lo que ocupa el primer lugar en nuestro corazón, aquello que nos duele dejar porque lo amamos demasiado. Los que somos padres imaginamos que esta prueba habrá sido terrible para el patriarca!  Cuando lo que Dios hace, o lo que nos pide llegamos a entenderlo, podemos manejarlo, pero cuando lo que él nos pide entra en conflicto con lo que sentimos, nuestro corazón queda descolocado y nuestra fe en jaque. ¿Como Dios me puede pedir un hijo? Qué clase de Dios es este que me pide semejante ofrenda? Como Dios me va a dar algo y después me lo va a quitar? Dios se paso de la raya, me está pidiendo demasiado! Simplemente no lo podemos entender, nos duele el corazón de solo intentar ponernos en lugar de Abraham! Esta es la prueba de los sentimientos, la prueba del corazón, la cual es más fuerte que la prueba de soltar posesiones. Esta es la prueba de obedecer a Dios cuando no entendemos, cuando no lo sentimos, cuando obedecer a Dios nos duele el alma! Habrá quienes digan, “Pero Dios nunca te va a pedir algo que te duela” Claro que sí! Lo hizo con Abraham y porque no, lo puede hacer contigo. Justamente el habrá de pedirte lo que más te duele a fin de saber dónde está tu corazón. Cuando Abraham levanto el cuchillo para sacrificar a su hijo Dios supo que había ganado su corazón.

Dios gano tu corazón? O será que aun te sigue probando hasta que se lo entregues por completo?

Cuando entregamos nuestra voluntad y corazón por completo a Dios no hay nada ni nadie que pueda impedir que las grandezas de Dios se desaten en tu vida!


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