LOS TRES PERDONES

 



Cuando un barco en el mar atraviesa una tormenta y corre riesgo de naufragar, el capitán enseguida da la orden de soltar el lastre. Inmediatamente la tripulación se desase del lastre o contrapesos del navío para así aligerar la carga y poder mantenerse a flote.

En el mar de esta vida usted y yo a menudo cargamos con heridas, recuerdos, resentimientos y amarguras que se hacen más notorios cuando atravesamos tormentas. Es que es muy difícil mantenerse a flote cuando el lastre es mucho. Es muy difícil que el globo despegue del suelo y se remonte a las alturas si primero no se despoja del lastre. Es muy difícil llegar a la meta si cargamos con una mochila pesada en nuestra espalda. Del mismo modo que el barco, el globo aerostático o que el corredor, es necesario despojarnos de las heridas emocionales para poder llegar a la meta deseada.

José tenía motivos suficientes para vivir lastimado y en amargura. Sus hermanos lo despreciaron, lo maltrataron y lo vendieron, Dios hace silencio y no interviene, de soñar estar al frente y arriba ahora se encuentra en un pozo y solo, es vendido como esclavo y va a parar a Egipto a realizar tareas de servidumbre, es injusticiado, traicionado, olvidado y Dios parece mantenerse al margen de todo lo que le pasa. Para colmo de males Egipto y el mundo entran en un periodo de vacas flacas. Siete años de escases  que llevarían a la extrema pobreza a las naciones vecinas, sin embargo y pese a todo lo que les acabo de mencionar, José se da lugar para enamorarse y tiene dos hijos. Al primero de ellos le llama Manases que significa “Dios me hizo olvidar de mi trabajo” y al segundo le llama Efraín que significa “Dios me hizo fructificar”. Aquellos no fueron nombres colocados al azar, ni tampoco sacados de una novela de televisión, eran toda una declaración profética. El estaba poniendo en orden su mundo interior, sus emociones. Aquello significaba: primero, Dios me hace olvidar, me hace perdonar, Dios sana mi corazón, Dios sana mis heridas y el luego me bendice, me prospera, me fructifica, me pone en alto.  Para prosperar y alcanzar los sueños primero hay que soltar y dejar atrás la amargura. Nadie puede llegar a ser feliz, prospero, bendecido si primero no suelta el pasado, no arroja el lastre, no perdona y olvida. Si hoy parís un “Dios me ha hecho olvidar” te aseguro que detrás vendrá la prosperidad y la grandeza que Dios te prometió.

El diablo te quiere lastimado, te quiere llorando, hay miles de personas que no se congregan porque están lastimadas, y siguen lastimadas y hablan lastimadas, lloran lastimadas y no tienen avances significativos en sus vidas porque no les ha nacido su Manases, no pueden perdonar, no pueden cerrar la herida. Hoy debes preguntarte: ¿quiero ser sano o seguir herido? ¿Quiero vengarme o ser feliz? Quiero seguir rumeando dolor o correr hacia mis sueños? Para que llegue tu Efraín, tu fructificación, primero tienes que parir tu Manases!

Como soltar? Como olvidar?

Hay  solo una manera: Perdonando. Hay tres perdones que tendrás que soltar:

1-Perdonar a Dios: Entienda esto, no es que Dios se haya equivocado, ni menos aun que el necesite que nosotros le disculpemos o perdonemos. Dios no es el causante de nuestros problemas, Dios no fue quien tiro a José en el pozo. Dios no necesita en realidad de nuestro perdón, pero si nosotros necesitamos hacer las paces con Dios, pues muchas veces al no entender su obrar, nos vamos resintiendo con él, y hasta nos vamos alejando de su presencia llegando a pensar que Dios ha sido malo, injusto o al menos indiferente a nuestra necesidad, claro, sin entender que Dios siempre está obrando para nuestro bien. Cualquiera de nosotros podríamos habernos sentido inclinados a pedirle explicaciones a Dios en lugar de José: “Porque Dejaste que mis hermanos me hicieran tamaña maldad?” “Porque no impediste el pozo?” Porque no desviaste el camino de los mercaderes de esclavos?” “porque dejaste que me llevaran a Egipto contra mi voluntad?” y muchas imputaciones mas. No fue necesario que Dios respondiera nada de eso, porque el tiempo se encargaría de dar las respuestas. Si aquello no hubiese ocurrido, José nunca hubiese llegado a conquistar sus sueños.

Muchas personas están heridas porque Dios no obró como ellas pensaban que El podría obrar. Mucha gente está dolida porque Dios no sanó a ese hijo enfermo; Dios no te dio ese trabajo que esperabas; de pronto pediste muchas cosas y no llegaron, o las cosas no se dieron como esperabas. Muchos cristianos caminan con dolor por qué dicen que Dios no les contestó por lo que clamaban, adoraron, ofrendaron, y El no se los dio. Están dolidos porque Dios no actuó como ellos le pidieron. Hoy tenemos que entender que cuando Dios no responde a mi pedido, es porque algo mayor viene a mi vida. Cuando Dios no me da algo es porque me dará algo mejor, cuando no me abre una puerta es porque me abrirá una mayor!

2-Perdonar a los demás: Si quieres ser feliz y alcanzar tus sueños tendrás que perdonar a todos los que te causaron tristeza y dolor. José tuvo a sus hermanos servidos en bandeja, derrotados, humillados, hambrientos y entregados, pero en vez de vengarse los perdono, los abrazo y los beso. Cuesta perdonar? Claro que cuesta! No es cuestión de sentir, sino de hacer lo correcto, de soltar, de sanar.  Entienda esto, todos somos heridos y todos lastimamos también muchas veces, por eso tenemos que perdonar para ser perdonados. No te quedes enganchado en el pasado, perdonar es la mejor manera de navegar liviano!. El dolor, la herida siempre va a venir de personas cercanas. No nos duele lo que nos hace un desconocido, sino un amigo, un hermano de la iglesia, un familiar, esa es la herida, porque decimos: “Como puede ser que fulano me haya hecho esto?” “No lo esperaba de el”. Jesús fue traicionado por uno de sus discípulos, José vendido por sus propios hermanos,  Job tuvo que perdonar a sus tres amigos (que era mejor perderlos que encontrarlos!) pero cuando los perdono y oro por ellos, Dios prospero al doble a Job. Alguien tiene que perdonar a pesar de la herida, a pesar de no estar muy seguro. No es por ellos, es por ti!

3-Perdonarte a ti mismo: Perdonarse uno mismo es aceptar el perdón de Cristo definitivamente y no volver al pasado, no vivir atado a la culpa. Ya esta! Ya Dios te perdono, ya Dios tomo tus pecados y los arrojo a lo profundo del mar para nunca más traerlos a memoria, entonces porque volver a flagelarnos con el pasado?, porque bucear en el mar de nuestros errores? No puedes amar a tu prójimo si no te amas a ti mismo. Te culpas por haber hecho una estupidez? Por ese pecado oculto que tanto impidió que Dios te usara? Le pediste perdón al Señor? Listo! Suelta tu carga y sigue adelante!. Debe quedar muy claro que perdonarse a uno mismo no es sinónimo de justificar una conducta inadecuada, es entender que no puedo condenarme con cadena perpetua. Si Dios no me condena quien soy yo o los demás para condenar, me levanto y sigo porque como José, tengo sueños por conquistar.

 

PEDONA, SUELTA, OLVIDA, CAMINA SANO Y LLEGARAS A TU SUEÑO!

 

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