LA PUERTA DEL CIELO

 


Apocalipsis 1:9-11

Después de que Cristo ascendió a los cielos la iglesia fue tremendamente perseguida. El apóstol Juan fue apresado y desterrado en la Isla de Patmos, una suerte de alcatraz, un lugar desértico y solitario. Imagino que los primeros días habrán sido muy difíciles para él, no solo por su prisión y destierro sino también por la crisis de fe con la que habrá tenido que lidiar. Es que cuando eres un hijo de Dios y vives en su voluntad te es difícil entender porqué Dios permite semejante tribulación. Fue estando allí que el recibe la revelación de los tiempos finales, las visiones más tremendas, vio a Jesús, vio el trono de Dios vio y escuchó cosas sobrenaturales que ningún mortal sobre la tierra vio jamás.

Quién hubiese imaginado que en Patmos, en su peor momento y circunstancia Juan tendría  una experiencia espiritual y de revelación tan profunda! Es que Patmos es el lugar donde no quieres estar, Patmos representa la crisis, esa situación que no queremos vivir, la internación de un ser querido, una familia desmembrada, un empleo que no suple ni tus mínimas necesidades, la soledad, la depresión, las deudas que hacen que te escondas o no quieras atender el teléfono, la injusticia, Patmos es ese sentimiento negativo que te abruma y te hace creer que no tienes futuro, que estas solo y nadie piensa en ti.

Cuando uno está en Patmos siente lo mismo que Juan: Soledad. La soledad no es ausencia de personas, sino de intimidad, puedes estar rodeado de gente pero sentirte solo! Cuando estás en Patmos nadie te puede socorrer, nadie puede compartir tu carga, porque estas solo! Es un trato de Dios contigo, puede haber gente que venga a darte una palabra de ánimo, gente a tú alrededor, pero nadie podrá jamás sentir lo que tú sientes y menos sacarte de donde tú quieres salir.

Cuando pasamos por Patmos solemos creer que Dios nos abandono, que nos dejó librados a nuestra suerte. Sin embargo, si hay algo que aprendemos de la experiencia de Juan es que El si esta en Patmos, él está en tus desiertos, en tu crisis, en tu destierro en tu noche fría, en tu soledad.

Dios permite “Patmos” en nuestras vidas para hablarnos, para revelarse, para que podamos oír claramente su voz. Hay un nivel de intimidad con el Señor que solo alcanzamos cuando estamos en la “isla de la prueba”. En medio del trajín de la vida tus oraciones serían superficiales y carentes de calidad, tu tiempo de intimidad con el Señor se reduciría a participar de un culto dominical, en cambio cuando Dios te lleva a Patmos, te lleva a la soledad de una prueba, comienzas a tener un trato íntimo y personal con Dios como nunca antes.

Si no hubiese sido por Patmos, muchos de ustedes no hubiesen tenido tiempo ni ganas de asistir a una iglesia. Hay quienes raramente alguna vez se han arrodillado al pie de su cama, hasta el día en que Dios permitió un Patmos y allí entendieron el valor de doblar rodillas en su habitación.

Que puede hacer Dios de bueno en una isla? Qué puedo esperar de bueno en mi Patmos? Pues es allí donde Dios te mostrara su gloria, allí escucharas su voz, allí verás y entenderás lo que otros tardaran años en ver y entender!

Patmos puede ser el lugar de tu agonía y muerte espiritual, el lugar de tu divorcio con Dios, o una puerta al cielo. Depende de tu actitud. Juan dice “Yo Juan estaba en el Espíritu en el día del Señor”. El estaba solo, cansado, luchado, pero en el Espíritu! Y qué significa esto? El estaba conectado con el Señor! No tenía a nadie para que lo motivara, no hiban los hermanos de la iglesia a visitarlo, no tenía la radio o la App de la emisora para mantenerse en la fe, pero él estaba en el Espíritu!! Entienda esto: Juan no estaba tomando sol en esa isla, ni poniendo los pies en agua de mar para tratarse los juanetes, él estaba preso, condenado y era consciente de que posiblemente nunca más vería a los suyos o volvería al continente, pero nada de eso le impidió estar en el Espíritu! Esto va para los que se les cruza una mosca y ya se deprimen, para los que les agarra el golpe de calor y no pueden salir de al lado de la pileta, esto va para los que siempre están cansados, ocupados, los que no tienen tiempo para Dios, es para los que dicen: “Es que a mí nadie me tiene en cuenta, nadie me viene a visitar!” La próxima vez que te ampares en tus escusas vuelve a abrir tu biblia en Apocalipsis 1 y pídele perdón al Señor, porque como Juan tú puedes triunfar aun en el lugar más adverso y en el tiempo más contrario, solamente “mantente en el Espíritu”, no pierdas tu conexión con Dios.

 

Capitulo 4:1 “Después de estas cosas miré y he aquí una puerta abierta en el cielo...”

Las puertas del cielo se te abrirán en tu Patmos, en tu crisis, en tu soledad, en tu proceso. Veras las puertas del cielo abiertas! Para eso llevo el Señor a Juan a Patmos para mostrarle las puertas del cielo, para mostrarle su gloria!

Las puertas abiertas son una invitación a pasar, a entrar, indican un cambio de atmósfera, de condición. Juan entró obedeciendo la voz que le decía “sube acá” y el vio lo que nadie vio jamás! Vio el trono del Dios todopoderoso, vio al mismísimo Dios y todos los habitantes del cielo…él vio lo que ningún humano en vida vio jamás, pero para ello fue necesario que el Señor lo llevará a Patmos.

Después de haber visto lo que vio, después de haber experimentado lo que experimento, cambiaria Juan a Patmos por Roma? Cambiaria Patmos por una vida cómoda y sin sobresaltos? Seguiría renegando de su proceso y de su soledad? Imagino que él me respondería: “Oh no! Nada de lo que yo hubiese podido tener en el continente, ningún logro, ni conquista material se asemeja a lo que yo viví allí en Patmos!

No creas que porque estas en Patmos tu vida tiene menos valor, no creas que porque no puedes exhibir los logros que otros exhiben vales menos para Dios. Es en tu Patmos, en tu crisis y en tu soledad donde conocerás el trono y la gloria de Dios y te darás cuenta que todo lo demás se vuelve superficial ante su majestad!

Nos pasamos la existencia pidiéndole a Dios que nos abra puertas acá en la tierra, de hoy en adelante estoy convencido que le pedirás que te abra las puertas del cielo!

No midas tu éxito en la vida cristiana por los logros obtenidos, los bienes acumulados y los éxitos exhibidos, mídelo por tu nivel de intimidad con Dios. Vivimos en un tiempo donde todo lo medimos por cantidad y poco por calidad, somos parte de una generación que rinde culto al éxito, a lo material y a lo cuantificable. Para esta generación Juan sería un apóstol fracasado, pero estoy seguro que cuando te encuentres con él en el cielo te dirá “Al principio me costó, pero después me di cuenta que tener intimidad con Dios, conocerle y amarle profundamente como lo hice detrás de aquella experiencia no lo cambiaría ni por todos los logros del mundo.

Tu situación no puede cambiar tu condición, tu identidad. Si tu fe y felicidad dependen de tu situación, de cuánto dinero tienes, de cuán nuevo es tu auto o tu celular, o cual es la marca de tu ropa, si solo adoras a Dios en los días de prosperidad pero reniegas de tu fe cuando te hallas en Patmos nunca sabrás lo maravillosas que son las puertas del cielo. Quien solo está preocupado en lo material es porque nunca visitó el cielo, no entiende de que se trata. Hay predicadores y cristianos que solo están afanados en mostrar éxito, lograr cosas materiales, tener bendiciones terrenales… no reniego de eso! Si puedes tener una linda casa, amén!, y si Dios te bendice con un cero kilómetro, gloria a Dios!,  pero si acaso la vida o el Señor te llevará a Patmos, seguirías en el Espíritu?

Sube, sube, sube… lo mejor está allí arriba, a los pies del Salvador!

Tú me preguntaras, está bien pastor, pero voy a salir de Patmos? Si! Vas a salir! Patmos es temporal, las pruebas son parte del propósito y del plan de Dios con sus hijos para llevarnos a un punTo de mayor intimidad, para mostrarnos su grandeza, su amor, para enseñarnos que las puertas del cielo no se comparan con nada terrenal y para que tu vida nunca vuelva a ser igual.

 

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