YO CONOZCO TUS OBRAS
Jesús dijo en cierta ocasión: “Por los frutos se conoce el árbol”. Esto significa que lo que nos identifica son nuestras acciones, los frutos, es decir los resultados de lo que hacemos. En el cielo somos conocidos no por lo que decimos, ni por lo que creemos sino por lo que hacemos, por nuestras acciones. Es por eso que Jesús le dice a cada una de las iglesias mencionadas en Apocalipsis capítulos 2 y 3 “Yo conozco tus obras” No les dice: “Yo conozco lo que piensas, o lo que dices o lo que crees, sino conozco tus obras” Somos lo que hacemos: Doctor, pastor, padre, madre, albañil, etc. La gente nos idéntica por lo que hacemos, el cielo también.
Lo que cuenta para Dios son nuestras acciones, nuestras obras, qué es lo que hemos decidido hacer con lo que pensamos, decimos o creemos.
-Nuestro galardón o recompensa será de acuerdo a nuestras obras según Apocalipsis 22:12
-La fe sin obras está muerta. Si digo que tengo fe pero esa fe carece de resultados, de frutos de obras esa fe es falsa, está muerta.
Yo puedo decir una cosa y hacer otra muy distinta. De allí el refrán “haz lo que digo mas no lo que yo hago” (Mateo 23:3) Pedro le dijo a Jesús: “No te negaré” y antes que el gallo canto le había negado tres veces. Les puedo asegurar que los altares están llenos de predicadores que dicen una cosa y abajo hacen otra, por eso Jesús dijo “No todo el que dice Señor, señor entrará en el reino de los cielos sino aquel que hace la voluntad de mi Padre” (Mateo 7:21) En el libro del profeta Isaías capitulo 29:13 está escrito lo que dijo Jehová: “Este pueblo de labios me honra pero su corazón está lejos de mí” Las palabras pueden engañar a los hombres pero no a Dios. Generalmente la persona que mucho habla de sí misma esconde la falta de frutos verdaderos “Si la carreta hace mucho ruido es porque viene vacía”. Las palabras no impresionan a Dios!
Tampoco alcanza para cobrar identidad lo que creo o digo creer: Se asombraría usted de comprobar cuánta gente dice creer en Dios pero con sus hechos lo niegan. La Biblia dice que los demonios también creen y tiemblan. De hecho cuando Jesús caminó sobre la tierra muchas personas no le reconocieron como el enviado de Dios, el Mesías e Hijo de Dios, pero los demonios si! Sin embargo y a pesar de que creen sus obras son malas.
Nuestra identidad está definida por lo que hacemos, en el cielo somos conocidos por nuestras obras!
En Cesarea, Ciudad marítima ubicada en la costa del mar Mediterráneo vivía un hombre de profesión militar, un soldado romano que se llamaba Cornelio. Era el encargado de una centuria de soldados, compañía apodada la italiana. La Biblia lo describe en Hechos capítulo 10 como un hombre piadoso y temeroso de Dios que hacía limosnas al pueblo y oraba siempre. El fue el primer gentil (no judío) en bautizarse y seguir el cristianismo en una época en que el evangelio aun seguía siendo compartido solo entre judíos. Dios movilizó cielo y tierra para que Cornelio alcanzará la salvación y a través de él, su familia, amigos y mucho pueblo y de allí todo el mundo gentil. Y cuando digo que Dios movilizó cielo y tierra es porque ángeles de Dios fueron enviados y en la Tierra Pedro fue movido por revelación a ir a su casa a llevarle el mensaje de Salvación. Ahora bien, ¿Qué fue lo que llamó tanto la atención de Dios para que decidiera bendecirlo como lo hizo? Sus obras! Lo que Cornelio hacia! ¿y qué hacía? Oraba, era generoso, y respetaba a Dios y eso no paso inadvertido en el cielo, los ojos del Altísimo se posaron sobre él. Ahora hay algo más que de seguro llamó la atención de Dios y es que él lo hacía siempre…siempre! El oraba siempre, él era generoso siempre, y él respetaba a Dios siempre! El no lo hacía para probar, para ver qué pasaba, para ser visto por los demás, el no lo hacía según su estado de ánimo o como se levantaba, sino siempre!
Hay gente que ora, pero no siempre, ora solo en la iglesia o cuando está en apuros, Cornelio oraba siempre! Hay momentos donde no sentimos la necesidad de orar porque estamos bien, esos son los días más peligrosos, porque cuando tú crees que no necesitas de Dios, cuando tu no hablas con él, Satanás aprovecha esa falta de blindaje para destruir tu vida. Ora siempre, ora cuando estés mal pero también cuando estés bien, porque tú necesitas de Dios en todo tiempo!
Hay gente que da, que ofrenda pero no siempre; hay temporadas donde cierran su mano, se olvidan de Dios, de dar, de compartir, se enfocan tanto en su necesidad, en sus prioridades que dejan de ser piadosos y generosos, Cornelio lo hacía siempre. Hay veces que los problemas y urgencias te llevan a ser egoísta, pero el secreto está en dar siempre, aun cuando tu creas que no vas a tener, da! Porque quien da con una mano recibirá con las dos!
Hay gente que teme a Dios y que es obediente a su palabra y sumisa a su voluntad y están aquellos que tienen temporadas, un tiempo caminan derechito y otro tiempo se descarrilan, un tiempo honran a Dios poniéndolo primero en todo y luego tienen temporadas en que desaparecen, se olvidan de las instrucciones de Dios, de lo aprendido e incluso de lo que ellos mismos le han enseñado a otros. Llega la santa cena se ponen a cuenta con Dios, termina la santa cena y vuelven al relajamiento espiritual…no sirve! Tú debes ser temeroso de Dios siempre!
Trabaja siempre, madruga siempre, ora siempre, lee la Biblia siempre, congrega siempre, sirve a Dios siempre, estudia siempre, perdona siempre, lucha siempre…por pequeña que sea la dosis de lo que hagas pero hazlo siempre, que se te haga hábito, porque en el perseverar y no desmayar está la victoria!
Sé que a veces nos desanimamos porque sentimos que nadie ve nuestro esfuerzo, nadie nota lo que hacemos, nadie le da importancia a nuestro esmero y en esos momentos queremos tirar la toalla. Tú dices cocine todo el día y mi familia ni siquiera me dijo que rico!, me esforcé mucho en cambiar mi carácter y ante el primer error alguien cercano vuelve a tirarme en cara todo mi pasado otra vez, entregue mi corazón y recibí indiferencia, crié a mis hijos privandome en silencio de tantas cosas para que a ellos no les faltara nada y a veces parece que no fue suficiente porque últimamente recibo reproches, distancia “no tengo tiempo” “estoy ocupado”… si supiesen que la única cosecha que anhelo es un poco de su tiempo, cariño y comprensión. Todos nos sentimos apenados, tristes, frustrados cuando nuestro esfuerzo no es valorado. Cuando sentimos que nadie nota lo que somos realmente y lo que hacemos nos invade un deseo de abandonar el buen camino incluso hasta de cambiar nuestra naturaleza “Ya que nadie agradece mi esfuerzo y bondad se termino lo que se daba” Cuantas veces te has sentido tentado a devolver con la misma moneda de la ingratitud….
Ahora…
Puede ser que en este suelo muchos pasen de largo sin darte la honra que te mereces, puede que la vida sea un poco injusta en cuanto a la retribución que te corresponde, puede que muchos tengan buena memoria para tus errores y una muy frágil memoria para tus buenas acciones y buen corazón, pero hay un Dios, créeme, hay un Dios que te dice hoy “yo conozco tus obras” conozco de tus sacrificios, conozco tu arduo trabajo, tu amor, tu compasión, tus silencios y estoy dispuesto a movilizar cielo y tierra para retribuirte, bendecirte y abrirte las puertas de mi Reino. No claudiques, no cambies tu naturaleza, sigue como Cornelio siendo fiel al Señor siempre, sigue orando siempre, sigue con ese buen corazón siempre, que hay un Dios que te ve y pronto te va a recompensar en público.
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