AUN SIGUE HABLANDO

 


COLOSENSES 3:1 Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. 2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. 3 Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. 4 Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.


Vivimos tan inmersos en el día a día, en la carrera de la vida, en sobrevivir, en lo material, en cumplir metas y objetivos terrenales que se nos olvida que lo más importante no está aquí, en la tierra, sino en el Reino de nuestro padre celestial. Esta vida es corta y pasajera. Venimos sin nada y nada nos podremos llevar. Piensa, por más fuerte que suene, que de aquí a 100 años, que es nada, ninguno de los que estamos aquí vamos a estar, nuestra casa va a ser habitada por extraños, y de nuestros bienes no quedara nada, y es muy probable que terminemos siendo solo un nombre en una lapida o en la memoria de alguien que decidió revisar nuestro árbol genealógico. Es llamativo entonces que nos afanemos tanto y nos preocupemos tanto por esta vida y tan poco por la venidera. Ahora bien, es lógico que quienes no conocen a Jesús vivan aferrados a lo material y decidan vivir el presente como si no hubiese mas nada, como si no hubiese futuro, pero lo que me preocupa y me llama la atención, es que haya una generación de cristianos que se esté olvidando que nuestra ciudadanía no es terrenal sino celestial, que se esté olvidando que la Biblia dice “si pues han resucitado con Cristo busquen las cosas de arriba…” Cristianos que descuidan su salvación por correr detrás de los afanes de esta vida, otros por rendirse ante las luchas y las aflicciones de este mundo y otros porque dudan o lo que es peor, desconocen para que vino Jesús a este mundo.

Jesús no vino para darte un coche cero km, ni tampoco para hacerte realidad el sueños de la casa propia, nunca prometió eso y no digo que no pueda dártelo, digo que ese no es el regalo que trajo para ti, el vino para darte vida eterna y una morada en el Reino de su Padre Dios. El no vino para darte una vida placentera, sin problemas ni sobresaltos, donde pases tus días en una cómoda reposera disfrutando de los atardeceres en el mar, por el contrario, el dijo: “En el mundo tendréis aflicciones…” Las bendiciones terrenales (milagros, sanidades, provisión, liberación, etc.) fueron y son solo una demostración de que él es quien dijo ser: El hijo de Dios, el Mesías. Las bendiciones no son el fin que debemos perseguir; debemos anhelar el premio mayor que es la vida eterna, la gloria venidera, allí esta nuestra herencia y allí debería estar nuestro corazón, porque donde está tu tesoro allí también estará tu corazón…pon tu corazón en el cielo no en la tierra!

Ahora usted dirá: “Pastor como puedo tener la certeza de que esto es así?, de que realmente hay una vida eterna, una vida mejor, una promesa de gloria que no se compara a lo presente?”…Jesús vino para darnos esa certeza. El mismo hijo de Dios descendió, vivió entre nosotros, mostro la gloria del Padre, murió en una cruz y resucito al tercer día, dejando una tumba vacía, una tumba que aun hoy, a más de 2000 años le sigue hablando a la humanidad. Que dice esa tumba?

1-La resurrección demostró que él es quien realmente dijo ser, el Mesías, el Cristo el Hijo de Dios venido del cielo y que realmente tiene todo poder en el cielo y en la tierra. Su resurrección abrió la puerta de una esperanza viva y es la certeza de la vida eterna en el Reino de Dios. La resurrección de Cristo es la base fundamental de nuestra fe. Si Cristo no hubiese resucitado vana seria nuestra esperanza, y en definitiva nada podríamos esperar de él.

2- Cristo cumple lo que promete: El dijo que iba a resucitar y al tercer día se levanto victorioso.

3-Nada le pude detener: Incluso la muerte. Para el no hay limitación. Si el venció a la misma muerte como no va a poder darte la victoria

4-El estará siempre: El dijo que no nos dejaría solos, que estaría siempre con nosotros hasta el fin de los tiempos



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